En la escena del salón desde el que llaman por teléfono para montar el chantaje, la cámara casi no se mueve y no hay apenas cortes de plano, pero hay tensión y acción dramática. Todo está apoyado en la interpretación simultánea de todos los actores. De hecho creo que lo más gracioso no está en la acción central sino en los comportamientos secundarios de los personajes. El plano fijo respeta en este caso esa teatralidad. Cada puesta en escena tiene sus propias necesidades y adecuaciones de planificación que el realizador interpreta según su propio criterio y estilo.